Categorías
Uncategorized

Viaje al fascinante Túnez tardoantiguo

Para unos especialistas en la Antigüedad tardía como nosotros tener la oportunidad de dedicar unos meses al estudio concreto de Cartago es una maravilla. Esta ciudad nos ofrece innumerables vestigios de este periodo y, además, con una monumentalidad excepcional. Sin embargo, es igualmente cierto que, para los no iniciados, ubicarse en esta inmensa ciudad y localizar las evidencias epigráficas y arqueológicas no siempre resulta sencillo. Así que, cuando supimos que finalmente íbamos a poder organizar un viaje a Túnez para tener una mejor idea de la antigua Cartago, ¡no cabíamos en nosotros mismos del entusiasmo! Ya no sólo íbamos a analizar la ciudad a través de la bibliografía sino que realmente íbamos a poder realizar una autopsia como es debido, in situ.

Aún así, cuadrar las agendas y los horarios de vuelo de un equipo repartido en varios puntos de la geografía europea no es tarea fácil. No obstante, ¡conseguimos organizar el viaje para la semana del 7 de marzo! Ada y Pieter fueron los primeros en llegar a Túnez, el lunes por la tarde. Nuestro colega y miembro del proyecto ATLAS, Chokri Touihri, fue un fantástico anfitrión y nos vino a recoger al aeropuerto. El trayecto desde el aeropuerto al hotel, en la céntrica avenida Habib Bourghiba, nos puso en situación. Una carretera de tres carriles puede pasar a ser fácilmente una de cinco, y cuando te saltas la salida simplemente das marcha atrás. Lo único que Chokri pudo decirnos es: ¡bienvenidos a África! Tras el check-in en el hotel, Chokri nos llevó a La Goulette para cenar en un auténtico restaurante tunecino. El plat du jour era dorada a la brasa (¡km 0, procedente del golfo de Túnez!), que acompañamos con el brick, una especie de empanada, hecha con una masa finísima y rellena de huevo y atún.

Martes, empezamos a descubrir Túnez

El martes por la mañana Sabine se puso en marcha hacia Túnez, mientras Ada y Pieter empezaron a descubrir la ciudad. De camino a la estación del TGM, el tranvía que se dirige a la zona donde están los restos arqueológicos de Cartago, nos pararon varios tunecinos. Todos identificaron a uno de nosotros como alemán (os dejamos adivinar a quién de los dos), nos dieron la bienvenida e ¡incluso nos aconsejaron sobre nuestra visita! El trayecto en tranvía fue otra experiencia que no vamos a olvidar fácilmente. Empezó siendo sencillo, en un vagón bastante espacioso, pero al acercarnos a Cartago se llenó de repente, ¡tanto que ni siquiera las puertas se podían cerrar! Bajarse de un vagón tan abarrotado no parecía una tarea fácil, pero aprovechamos el surco abierto por otros pasajeros que también trataban de salir y conseguimos descender en la estación de Dermech.

Empezamos nuestra visita por el cercano Musée Romain et Paléochretien, donde se encuentra la basílica conocida como Basilique Dermech, o bizantina, o de Carthagenna. Como ya habíamos descubierto, la multiplicidad de nombres para un mismo sitio es una práctica habitual en Cartago y aunque el topónimo Dermech ya se utilice en otros puntos parece que no es impedimento para usarlo de nuevo… De hecho, para nuestro desconcierto, hay varias basílicas llamadas Dermech. La de Carthagenna, o bizantina, es una de ellas y cuenta además con un pequeño museo donde se exponen algunas de sus piezas más significativas y también otras procedentes de la cercana Maison des auriges grecs. La basílica se conserva únicamente a nivel de cimientos y en esta estación del año estaba ricamente florecida, pero bastó dar una vuelta para empezar a hacernos la idea de las impresionantes dimensiones de los edificios conservados en esta ciudad. Este es el caso también de la basílica de Bir Messaouda, situada a unos metros de la de Carthagenna, y de la cual no se ven más que apenas un par de muros. Aún así, la extensión del terreno sin duda hace evidente que las dimensiones de esta basílica (¡de unos 50 m de largo!) eran igualmente grandes.

Fotografías del Musée Romain et Paléochretien. A la izquierda, algunos de los pavimentos de la Maison des auriges grecs; a la derecha, los restos de la basílica de Carthagenna.

Desde aquí seguimos nuestra ruta hasta el área arqueológica de las Termas de Antonino. En esta zona se conservan varios vestigios de interés para nuestro proyecto, como la Basilique Dermech I (sí, de nuevo este topónimo), también conocida como basílica de Douïmes. Además, también visitamos la llamada Chapel d’Asterius y, para alegría de alguien, la vivienda tardoantigua conocida como Maison du Triconque. Era imposible seguir el ritmo de Ada mientras se dedicaba a registrar todos los restos, incluso con una escala portátil en cada una de las fotos.

La llamada Chapel d’Asterius a la izquierda; a la derecha, Ada emocionada en la Maison du Triconque.

Por supuesto, tampoco dejamos de visitar las imponentes Thermes d’Antonin aunque se alejen de nuestro período de estudio. La verdad es que la inmensidad de este edificio y su magnífico estado de conservación nos dejaron sin palabras. Así que tras un café contemplando este monumental paisaje con vistas al mar, nos recorrimos los rincones de estas termas, admirando su arquitectura pero también la fantástica epigrafía preservada. Aquí Pieter disfrutó como un niño porque había inscripciones por todos lados. Se deleitó especialmente con la inusual forma de la letra K en uno de los monumentales epígrafes (AE ), que no sólo estaba dedicado a Marco Aurelio y Lucio Vero ¡sino que contenía una segunda inscripción en honor de Teodosio y Arcadio!

Las impresionantes termas de Antonio, a la izquierda; y la querida inscripción (AE 1949, 27 y 28) de Pieter, a la derecha.

La zona arqueológica de las Villes romaines fue la última visita de la mañana, donde se conserva el conjunto de viviendas aristocráticas tardoantiguas mejor preservado de la ciudad: la Maison du Cryptoportique, la Maison de la Rotonde, la Maison de la Volière, o la Maison de Bassilica, entre otras. Es aquí donde encontramos el Mosaïque des cheveaux que describimos en un tweet. Al pasear entre sus fantásticos peristilos y lujosos espacios de representación nos pudimos hacer una idea del privilegio que debía ser vivir en un lugar así, alejado del alboroto del foro y de las áreas comercial y portuaria, pero igualmente con excelentes vistas al mar y al golfo de Túnez.

Fotografía de la sala circular que da nombre a la Maison de la rotonde.

Tras esta visita, Pieter y Ada se dirigieron hacia el Musée de Carthage (no sin algo de desvío, por obviar los consejos de un atento taxista), ya que teníamos prevista una reunión con la ilustre investigadora Lilian Ennabli y Sihem Aloui. La señora Ennabli es la persona que necesitas conocer al estudiar la Cartago cristiana. Ha escrito varios libros sobre esta temática, pero también los principales corpora epigráficos sobre epigrafía cristiana. Pero, antes de la reunión, Pieter y Ada quisieron entrar al museo para comer algo, así que en la taquilla se aseguraron de que pudieran volver a entrar con la misma entrada, en caso de que tuvieran que salir a buscar a la señora Ennabli. El hombre de la taquilla les hizo confirmar al menos dos veces que realmente tenían una reunión con la señora Ennabli, mirándolos como si estuvieran locos, e incluso llamó a su compañero para comentar la extraña circunstancia de que aparentemente dos “turistas” tuvieran una reunión con la señora Ennabli. Al final, después del embrollo, no hubo ningún problema y Pieter y Ada estuvieron comiendo en los jardines del museo con Sabine y Chokri, que llegaron poco después.

La reunión en sí fue de mucha ayuda. Lilian Ennabli fue muy amable y nos señaló algunos de los aspectos más relevantes de lo que ella llama la Cartago cristiana. Además, conocimos a Sahim Aloui, una investigadora que actualmente está trabajando en las inscripciones de Damous-al-Karita, y a Moz Achour, conservador del museo. Con estos especialistas sobre la Cartago tardoantigua estuvimos comentando las posibilidades para la reconstrucción 3D de las basílicas y dónde encontrar la bibliografía necesaria. Además, pudimos mostrarles nuestro WebSIG y el trabajo realizado hasta el momento, que fue muy bien recibido y despertó un gran interés.

Los miembros del proyecto ATLAS (de izquierda a derecha: Ada, Pieter, Chokri y Sabine) junto a Lilian Ennabli y Sihem Aloui, frente al Musée de Carthage.

Al acabar la reunión, nuestro anfitrión Chokri nos llevó a ver otros restos arqueológicos, más impresionantes aún si cabe. Visitamos el anfiteatro, donde fueron ejecutadas Perpetua y Felicidad, las primeras mártires cristianas del África romana cuya muerte está documentada. De aquí nos dirigimos a La Malga, un conjunto inmenso de cisternas de enormes dimensiones, destinadas a recoger el agua procedente de los acueductos para abastecer a la ciudad. Por último, pudimos disfrutar de un tranquilo paseo por las hermosas calles de Sidi-Bou-Saïd y de una taza de té verde y menta con almendras, con unas vistas maravillosas al golfo de Túnez.

Vistas al golfo de Túnez desde Sidi-Bou-Saïd.

Miércoles, visita al INP y a la Madina

Al día siguiente el núcleo de ATLAS estaba ya al completo, pues Laurent llegó el martes por la noche. Empezamos el día con una visita matutina a la Medina de Túnez, recorrimos varias de sus sinuosas calles y pudimos visitar algunos de sus maravillosos rincones. Uno de ellos fue, para nuestra sorpresa, la propia oficina de Chokri, que se encuentra en un precioso edificio histórico con una magnífica decoración de estuco calado y azulejos. ¿Os imagináis trabajando en un sitio así? Lo cierto es que a algunos de nosotros nos encantaría…

Desde allí nos dirigimos a la sede central del Institut National du Patrimoine (INP) de Túnez, cuyo edificio es igualmente fantástico. Aquí nos recibió Mohedinne Chaouali, miembro también de nuestro proyecto, que nos esperaba para una reunión con el director general del INP. Sabine y Laurent presentaron el proyecto y explicaron los objetivos para los dos próximos años. La reunión fue sin duda un éxito, ya que podemos contar con la cooperación del INP para nuestros planes futuros.

Interior de uno de los magníficos palacios conservados en la Medina de Túnez.

Tras la reunión nos dirigimos a una sala de actos ya que, como anunciamos en nuestra página de Facebook y en Twitter, los directores fueron invitados a dar una conferencia sobre el proyecto. Sin embargo, la instalación y conexión del ordenador y proyector en esta sala no fue una tarea fácil. Trabajar en edificios históricos tiene un innegable encanto, pero a veces puede resultar difícil solventar cuestiones técnicas. Pero gracias a la atención de nuestros huéspedes, finalmente conseguimos que todo funcionara y Sabine y Laurent pudieron presentar el proyecto ATLAS a una audiencia realmente interesada, que dio pie a un animado debate tras la charla.

Sabine y Laurent presentando el proyecto ATLAS en el Institut National du Patrimoine (fotografía: Mediation Artistique Koko).

Tras el debate, que continuó un rato más en la plaza frente al INP, nos adentramos en la Medina junto a nuestros huéspedes del INP para ir a comer. Paseando por sus estrechas calles y todavía hablando sobre el proyecto, uno de los colegas tunecinos saludó a otro compañero del INP que se acercaba hacia nosotros. Fue entonces cuando prestamos atención al grupo que teníamos delante y nos dimos cuenta que Antonia Bosanquet, del RomanIslam Center, y Anna Leone, miembro de ATLAS propiamente, estaban dirigiéndose hacia nosotros. ¿Qué posibilidades había de encontrarnos a estas colegas en las serpenteantes calles de Túnez? Tras una rápida conversación decidimos volver a vernos para cenar ese mismo día, ya que debíamos continuar nuestra ruta para llegar a tiempo para… bueno, ¡para comer!

Selfie del fortuito encuentro ATLAS – RomanIslam en las calles de la Medina.

El restaurante donde comimos era un antiguo funduq, o posada, espléndidamente conservado y rehabilitado. Es interesante observar cómo las estrechas calles de la Medina esconden edificios tan espaciosos y con patios así de verdes. Nuestra mesa tenía sol y sombra, algo que fue fácilmente solucionado con sombreros de paja para aquellos que lo necesitaran. Pero nos pareció que estábamos algo ridículos con ellos y, en realidad, los colegas de Hamburg estaban bastante contentos disfrutando de algo de sol. La comida del restaurante estaba deliciosa, así que ¡muchas gracias al INP por llevarnos!

Después de esta agradable comida era el momento de volver a trabajar. El INP fue tan amable de proporcionarnos dos coches y dos conductores para facilitar nuestra visita a las distintas partes de la ciudad. Además, nos acompañó una guía para explicarnos cada uno de los yacimientos de Cartago a los que fuimos. Empezamos por la basílica dite sainte Monique, o la basílica de san Cipriano. Lo cierto es que no quedan demasiados restos de esta basílica, así que fue realmente útil contar con esta guía que nos fue especificando dónde debíamos centrar la mirada para hacernos una idea del edificio y sus dimensiones. A continuación nos dirigimos a las villas romaines que Ada y Pieter ya habían visitado. Sin embargo, pudimos aclarar algunas de las cuestiones que teníamos: la piscina de una de las casas, que no acabamos de comprender qué hacía ahí, resultó ser una “reconstrucción” de finales del siglo XX… La siguiente parada fue Damous-al-Karita, una basílica mucho más impresionante que las que visitamos el martes. Ya desde la carretera pudimos apreciar su inmensidad; de hecho, ¡llegó a tener una extensión de 1,5 ha! La reconstrucción de las filas de columnas permite hacerse una buena idea del tamaño de las naves del edificio principal. De hecho, esta enorme basílica formaba parte de un conjunto eclesiástico mayor, que incluía un baptisterio, un salón para asambleas y un gran martyrium de planta circular y subterráneo.

A la izquierda, el grupo visitando el interior del martyrium de Damous-el-Karita. A la derecha, Laurent tomando una foto de la basílica.

Jueves, ruta arqueológica por el interior de Túnez

Empezamos muy temprano este día. Desayunamos a una hora intempestiva, las 6 de la mañana. Hasta el panadero andaba dormido, pues el pan no llegó hasta las 6.45h. Por suerte, el Carlton ofrece una amplia selección más allá del pain et croissant y pudimos comer antes de que llegara el pan recién horneado. A las 7 en punto los dos conductores con los coches que amablemente nos proporcionó el INP estaban listos para llevarnos a Mactaris y Zama Regia. Pero cogimos direcciones distintas: Chokri, Sabine y Ada fueron directamente hacia Makthar, mientras que Laurent y Pieter dieron un rodeo hasta Bou Salem para recoger a Moheddine.

Llegamos a Makthar bien entrada la mañana, donde Moheddine nos hizo una visita guiada. El yacimiento es realmente impresionante, hay muchísima arqueología y epigrafía a ver y a investigar. Moheddine nos enseñó todos los vestigios de época tardoantigua para mostrarnos todo lo que esta ciudad podía ofrecer. Ciertamente, este es un yacimiento muy interesante y estamos considerando las posibilidades de añadir Makthar a nuestros casos de estudio. Tal vez leáis más sobre esta ciudad en futuros posts. A mitad de nuestra visita, Moheddine nos dio una pequeña sorpresa, ¡un segundo desayuno con pizza! Tras este desayuno al estilo Hobbit y una vez acabamos de visitar el resto del yacimiento, era el momento de continuar hacia nuestro siguiente destino.

A la izquierda, Moheddine nos muestra una de las fortificaciones bizantinas de Mactaris; a la derecha, el edificio de la llamada Schola Juvenes.

Después de algo menos de una hora en coche llegamos a Zama Regia, donde nos ofrecieron todo un banquete para comer, ¡incluyendo couscous casero! Aquí conocimos a los y las arqueólogas y estudiantes que forman el equipo que trabaja en este yacimiento, donde además cuentan con unas instalaciones para hospedarse y desarrollar las necesarias tareas de investigación tras la propia excavación. Ellos fueron nuestros guías en la visita al extenso yacimiento, cuya larga ocupación y profunda estratigrafía nos dejó boquiabiertos. Pero también el paisaje de la zona, con vastos altiplanos, tan distinto al paisaje costero, nos resultó fascinante. Tras 20 años de excavaciones han podido sacar a la luz parte del área monumental de la ciudad romana, incluyendo un templo enorme de compleja arquitectura; el perímetro de la amplia fortaleza bizantina; y un sector del asentamiento altomedieval. Pero, sin duda, el yacimiento tiene muchísimo más que ofrecer. ¡Estaremos atentos a futuros hallazgos!

Panorámica del área monumental de Zama Regia.

De vuelta a Túnez, volvimos a contar con los dos conductores del INP que tan amablemente nos habían estado llevando por todos lados desde el miércoles y durante todo el jueves. Los mirábamos con asombro y un poco de temor mientras conducían por las concurridas calles de Túnez y las carreteras locales entre Mactar y Zama. Como íbamos con dos coches, cogimos caminos diferentes otra vez: Chokri, Sabine y Ada fueron directamente para Túnez, mientras Moheddine, Laurent y Pieter pasaron por Bou Salem para dejar a Moheddine. Como este segundo itinerario implicaba algo de desvío, Sabine y Ada estaban bastante contentas de tomar la ruta directa y evitar un rato más de viaje. Laurent y Pieter fueron rumbo a Bou Salem ciertamente con algo de envidia, pero fue un viaje agradable y durante el trayecto estuvieron comentando varios temas, como las diferencias en el mundo académico de Túnez, Francia, Alemania y los Países Bajos.

Laurent y Pieter con uno de los conductores, en el viaje de vuelta.

Viernes, día de regreso

El día anterior ya nos despedimos de nuestros colegas tunecinos porque el viernes debíamos coger nuestros vuelos de regreso a diferentes horas de la mañana. Lo cierto es que teníamos sentimientos encontrados, algunos nos habríamos quedado una semana más… Túnez nos ha fascinado, especialmente a aquellos que no lo conocíamos, y estamos deseando poder volver. Esa mañana, Sabine, Laurent, Pieter y Ada tomaron su último desayuno en el Carlton comentando la gran oportunidad que ha sido poder organizar este viaje y conocer todos estos yacimientos y vestigios tardoantiguos de la mano de los verdaderos especialistas que, tan amablemente, nos han acompañado en nuestra visita. Hemos vuelto a nuestras respectivas oficinas con algo de Fernweh, pero con energías renovadas y, sin duda, un mejor conocimiento para continuar nuestra investigación sobre la Cartago tardoantigua.