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El segundo caso de estudio: Mérida nos plantea nuevos retos

Como os adelantamos hace unas semanas, en enero nos despedimos de “la Roma de Hispania” para cruzar el Mediterráneo y centrarnos en la otrora némesis de Roma, Cartago. Así que como ya hicimos con nuestro primer caso de estudio, Baelo Claudia, hoy toca hacer balance de nuestro trabajo sobre el segundo caso de estudio, Emerita Augusta.

Puente Romano y Puente Lustitania sobre el Guadiana

El estudio del yacimiento gaditano nos planteó varios retos en su día y, desde luego, el emeritense no ha sido menos. Por un lado, nos hemos encontrado con una enorme cantidad de datos, tanto epigráficos como arqueológicos, y ¡de ello da cuenta nuestro WebSIG! Además, Mérida sigue siendo una ciudad viva, donde los edificios actuales se superponen a los antiguos, por lo que resulta mucho más difícil localizar los vestigios arqueológicos a través del visor de satélite y no siempre disponemos de las coordenadas para situarlos con exactitud. Afortunadamente, la visita que realizamos el pasado mes de septiembre nos permitió familiarizarnos con su urbanismo y conocer de primera mano las últimas intervenciones arqueológicas en la Mérida tardoantigua.

Captura WebSIG Mérida ciudad

Junto a esto, también hemos estado trabajando codo a codo con nuestro especialista Frédéric Pouget para introducir una nueva mejora en el WebSIG. Como os contamos en nuestra primera entrada de este blog, para gestionar las referencias bibliográficas del proyecto estamos usando Zotero, un programa de software libre donde hemos creado una librería compartida con los miembros del proyecto. Así que, en las últimas semanas, hemos estado trabajando conjuntamente con los especialistas de La Rochelle en la base de datos para vincular nuestra creciente librería de Zotero con el WebSIG. Y finalmente, tras mucha prueba-error, hemos conseguido introducir esta nueva herramienta que nos permite simplemente seleccionar las referencias bibliográficas del listado que ya tenemos registrado en Zotero. De este modo, ya no duplicamos el trabajo de registro bibliográfico (en Zotero y en el WebSIG) y evitamos errores, al no introducir manualmente las referencias en el WebSIG. Aún quedan algunas cositas por solventar, pero ¡es sin duda un gran avance!

Pero volvamos a nuestra querida ciudad a orillas del Guadiana. Como Emerita es un caso de estudio muy extenso, no vamos a poder realizar una revisión de toda la ciudad en este post porque nos saldría más bien un libro. Así que nos vamos a centrar en tres aspectos distintos de la misma. En primer lugar vamos a examinar la basílica de Santa Eulalia, un lugar donde la arqueología (Ada) y la epigrafía (Pieter) se encuentran. A continuación vamos a acercarnos al territorio emeritense, para ver qué es lo que ha estado haciendo Pieter en su amor hacia los territorios. Por último nos centraremos en las casas de ámbito urbano y periurbano, que Ada ha ido recopilando, analizando e introduciendo en la base de datos.

Uno de los edificios más destacados de la Mérida tardoantigua es la basílica de Santa Eulalia, construida a mediados del siglo V. Se encontraba al norte de las murallas de la ciudad, en una zona suburbial donde se había desarrollado una necrópolis desde el siglo IV. No es extraño, sin embargo, encontrar este tipo de basílicas tempranas en zonas de enterramiento, ya que a menudo se construían cerca o incluso encima de las tumbas de los mártires. La basílica de santa Eulalia es, de hecho, una de estas basílicas funerarias y martiriales, lo cual significa que este lugar empezó siendo un cementerio cristiano generado alrededor del mausoleo que muy probablemente acogía los restos de la mártir local, Eulalia.

Fotografía interior santa Eulalia (P. Mateos – IAM)

Podemos observar claramente esta ocupación funeraria no sólo a través de los vestigios arqueológicos (la imagen anterior habla por sí sola), sino también a través del gran número de epitafios encontrados dentro de la iglesia. Uno de ellos es la triple inscripción mencionada en uno de nuestros tweets. La razón por la que la gente quería enterrarse en el interior, o al menos cerca, de la iglesia era por la creencia de que la proximidad al santo o mártir favorecía su  posición como cristiano y que, en el momento de la resurrección, la conexión con el santo les   aseguraría la entrada al cielo.

Cerca de la basílica de santa Eulalia encontramos otro edificio de interés: el xenodochium. Según las Vitas sanctorum patrum Emeretensium el obispo Masona hizo construir un xenodochium en el año 580 para “los peregrinos y enfermos pobres” (VSPE V, III, 4), el cual ha sido identificado con el edificio situado al este de santa Eulalia, datado arqueológicamente en la segunda mitad del siglo VI. Su planta arquitectónica es realmente distinta a la de una iglesia y su ubicación a las afueras de la ciudad podría encajar con la idea de un lugar para los extranjeros (indicado por la raíz xeno- de su nombre, del griego ξένος). ¿Podrían, entonces, los viajeros refrescarse antes de entrar en la ciudad y, tal vez, incluso hospedarse en el xenodochium? Pero cuando nos fijamos en la epigrafía, la cosa se complica un poco más, ya que se encontraron muchas inscripciones funerarias alrededor de este edificio. Claro que tampoco es extraño encontrarse con epigrafía de este tipo en el área extramuros de la ciudad, aquí es donde se espera que estén las necrópolis. Y también es bastante habitual que los suburbios se desarrollen encima de necrópolis. Sin embargo, esta epigrafía funeraria encontrada junto al xenodochium se fecha en el mismo período que la construcción del edificio. Esto, de nuevo, nos plantea preguntas sobre su función. Si se trata de un hostal o de un hospital, ¿por qué hay sepulturas a su alrededor? ¿Cuál es la relación entre el edificio y las tumbas?

Planta xenodochium (Mateos 1995, fig. 2. y inscripción griega de la zona con referencia a la era hispánica DLX… (CILAE 1173)

El territorio de Emerita Augusta no es un tema fácil. El primer problema que nos encontramos es precisamente establecer los límites del territorio (tardoantiguo) de Emerita. La delimitación territorial que actualmente tenemos en nuestra base de datos se basa en el trabajo de Cordero Ruiz (2010), pero la información territorial procede en parte de la tesis de Cordero Ruiz (2013) y de la tesis Franco Moreno (2008). Ambas obras nos proporcionan un extenso catálogo con datos arqueológicos y de algunas inscripciones del territorio. Como podemos observar en nuestras entradas, esta información se concentra en el sector suroeste, lo cual nos llevó a preguntarnos si se trataba de un sesgo creado por un estudio desigual del territorio o si bien respondía a una realidad histórica. Las concentraciones de la epigrafía parecen indicar que efectivamente nos encontramos ante una distribución real de los vestigios. De hecho, se trata de una distribución que no es sorprendente, pues sigue el recorrido del Guadiana. Las áreas más al norte del territorio son bastante accidentadas ya que se corresponden con el sector occidental de los Montes de Toledo. Es también interesante señalar que la mayoría de las iglesias del territorio emeritense se sitúan en un radio de 20 km, es decir unas cuatro horas andando. Hacia el suroeste nos encontramos con dos iglesias más alejadas, a unos 60 km, dos días a pie desde Emerita. ¡Estos hallazgos deben ser analizados con mayor detalle! Ya tenemos un nuevo tema para que el grupo Territorio pueda compararlo con otras ciudades caso de estudio que también cuenten con territorios tan amplios.

Imagen del territorio emeritense en el WebSIG

Tampoco el análisis de las viviendas tardoantiguas de Emerita es una tarea sencilla, especialmente por la inmensa cantidad de datos disponibles. Por suerte, contamos con estudios recientes y exhaustivos sobre esta temática, especialmente la tesis doctoral de Álvaro Corrales Álvarez publicada en 2016. Si examinamos la cronología de estas casas, rápidamente podemos observar que la mayoría se fechan en los siglos III-IV y que, a partir del siglo V, el número total de edificios domésticos desciende claramente. No obstante, es igualmente cierto que gran parte de estos edificios domésticos de época tardorromana se conoce  de manera muy parcial, gracias al hallazgo de mosaicos o algún muro. Aún así, contamos con un corpus bastante amplio de viviendas de los siglos III-IV con un buen grado de conservación que nos permite  observar diferencias socioeconómicas y de ubicación dentro de la ciudad. Por un lado, nos encontramos con domus con ricas decoraciones musivarias y parietales que parecen situarse mayoritariamente intramuros. Por otro, se han localizado también edificios domésticos más modestos, que también contaban con espacios para actividades productivas y agropecuarias, situadas extramuros. Sin embargo, observamos un claro cambio a partir del siglo V. El número de domus, o casas de tradición romana, que continúa en uso desciende y proliferan nuevos espacios domésticos intramuros. A menudo estas nuevas viviendas ocuparon antiguos edificios y presentan largas secuencias de uso, que van del siglo V a VIII. Se trata, sin duda, de un fenómeno interesante que deberemos contrastar con las dinámicas del resto de casos de estudio. ¿Es un fenómeno exclusivamente hispano, o se observan patrones similares en el norte de África? ¿Podemos identificar estos patrones en un tipo de ciudad concreta, como aquellas que tenían estatus de capital, o se trata de un fenómeno generalizado?

Imagen evolución casa Morería y fotografía de la misma (Alba 2008, fig. 8)

En cualquier caso, está claro que el estudio de Mérida nos ha permitido avanzar muchísimo en el conocimiento de las ciudades tardoantiguas hispanas, a la vez que nos ha suscitado nuevas preguntas para el análisis comparativo con el resto de casos de estudio. Así que ahora, con todas estas inquietudes en mente, es un buen momento para dirigirnos hacia África. Y qué mejor lugar para empezar a conocer la dinámica urbana en la orilla sur del Mediterráneo que a través de una de sus mayores metrópolis, Cartago.