El monumento «à auges»

EL MONUMENTO «À AUGES» (MACTAR, TÚNEZ)

El monumento “à auges” de Mactar (también conocido como sala “à auges”) fue excavado entre 1946 y 1955 bajo la dirección de Charles-Gilbert Picard. El edificio se sitúa en el sector suroeste de la ciudad y fue construido entre los siglos III y V. Su estado de conservación es notable. Forma parte, además, de una serie de edificios similares conocidos en África del norte y característicos de la Antigüedad tardía, cuya particularidad es la presencia de un conjunto de cajones cuadrilongos, interpretados originariamente como abrevaderos (“auges” en francés).

La funcionalidad de este edificio es la cuestión más controvertida. C.-G. Picard barajó varias opciones, en relación con las hipótesis ya planteadas para otras estancias de estructura similar halladas en el norte de África: un vestuario, en relación con la presencia cercana de unas termas; un abrevadero o comedero para animales; una zona de mercado; o incluso un espacio de almacenaje. Otros autores han considerado otros usos, que van desde un establo o un punto de recogida de productos, hasta un macellum o un establecimiento bancario.

El monumento “à auges” de Mactar todavía no ha sido objeto de un estudio arqueológico detallado. Sin embargo, la calidad de los vestigios in situ y la existencia de otros ejemplos bien conservados permiten proponer esta restitución. La planta y la organización general del edificio se conocen bien. Los restos conservados en su emplazamiento original y los sillares dispersos posibilitan la reconstrucción del cuerpo principal del edificio, que además deviene un ejemplo particular con planta centrada y cuatro ábsides semicirculares. Aún así, la relación con el pasillo periférico sigue planteando cuestiones, igual que la altura total y el sistema de cubierta del edificio.

La característica principal de este novedoso edificio es que su ábside norte presenta una serie de nichos abiertos al exterior, que contienen los cajones cuadrilongos, llamados “auges” (abrevaderos). Los nichos del ábside sur son accesibles únicamente desde el interior y conservan las huellas de un sistema de cierre y estantes que permiten reconstruir la estantería. El pavimento de la sala era de mosaico, colocado por un sistema de suspensurae de ladrillos. La singularidad de la planta, la riqueza ornamental, la calidad de la decoración arquitectónica y la disposición particular de la entrada principal, inscrita en un ábside y cubierta por una vuelta de cañón, atestiguan un meticuloso estilo arquitectónico. La reconstrucción pone de relieve el acceso público a los cajones desde el exterior, la posibilidad de un intercambio (cuya naturaleza se nos escapa) en estos espacios a través de las aperturas, y posteriormente un depósito en los nichos cerrados. Estoo parece encajar con la hipótesis de que se trataría de un edificio público utilizado como almacén.

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