Mérida

Augusta Emerita, capital deL extrEmO occidentAL

Tras las reformas administrativas de Diocleciano, Augusta Emerita fue designada capital de la dioecesis Hispaniarum. Era la capital provincial más occidental del Imperio, el centro administrativo de un territorio que se extendía a lo ancho de casi 20.000 km². En una época en que Isidoro de Sevilla dominaba el discurso intelectual y cultural, y donde la posición de Toledo como capital del reino visigodo estaba en proceso de consolidarse, la singularidad de Emerita era recordada por sus obispos: fundada ex novo por Augusto, con templos y pórticos de mármol, que en el siglo V comenzaron a ocuparse por viviendas; un teatro, un anfiteatro y un circo ¡aún en uso en el siglo V!, cuando el suburbio noreste de la ciudad vio cristianizado su urbanismo. Es en este sector extramuros donde se construyó la basílica de santa Eulalia, destinada al culto martirial y al peregrinaje, y donde los habitantes de Emerita enterraron a sus difuntos ad sanctam. A unos 200 m al este de esta basílica se construyó un xenodochium, para sanar a enfermos y albergar a peregrinos. Las llamadas Vitas Sanctorum Patrum Emeretensium mencionan un conjunto de iglesias y monasterios; y, según las actas de los concilios generales en Toledo, los obispos de Mérida eran, si no los primeros, de los tres primeros en firmar las decisiones que se tomaban en estos actos. Pero las actividades de los obispos no se limitaban únicamente a cuestiones eclesiásticas, sino que abarcaba también la construcción de edificios seculares. De hecho, se conoce especialmente su intervención para la reconstrucción del puente sobre el río Ana (actual Guadiana) y de las murallas. Tras la conquista de la ciudad en el 713, las “maravillas” de Mérida continuaron impresionando a poetas y viajeros por su belleza, mientras que la ciudad se asimiló lentamente a una nueva arquitectura y manera de vivir, la andalusí.

«Ciudades invisibles» revela las dificultades que entraña representar un objeto del que sólo se conocen algunos rasgos notables. La posición de los principales monumentos, los límites de la extensión, el plano de las calles principales y de las vías de acceso nos ayudan a esbozar la imagen de conjuntos urbanos cuyos detalles se nos escapan.

El plano de Mérida da una idea de cómo estaba organizada la ciudad y ayuda a contextualizar los principales monumentos tardíos. No obstante, esta evocación debe entenderse como la expresión de una hipótesis frágil, que el carácter inmaterial del renderizado intenta captar. La elección de la transparencia para las zonas edificadas, cuya naturaleza se nos escapa, permite significar la densidad urbana evitando inventar edificios y urbanismo que no son más que el fruto de nuestras representaciones o imaginaciones.

Este siglo supuso un punto de inflexión en la historia de Mérida, pero los datos arqueológicos disponibles sólo suelen proporcionar intervalos cronológicos para la construcción, el uso o el abandono de monumentos, que sólo coinciden imperfectamente con el siglo V. Por tanto, la elección de representar unos monumentos u otros en esta época ha supuesto un arbitraje científico.

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Referencia Museo Nacional de Arte Romano


Ciudades de la Antigüedad tardía en el sur de la Península Ibérica y el norte de África (300-800)

Una exposición Atlas & Iconem

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